UNA DE LAS MARAVILLAS DE NUESTRA COSTA
Un crustáceo más pequeño que la gamba, transparente o translúcido bajo el agua, con tonos rosados cuando se cocinan. Sin embargo, en apariencia, son difíciles de diferenciar para ojos inexpertos. Para quien no lo sepa su mirada es verdosa, así son los ojos de nuestra quisquilla.
La peculiaridad de Motril por su localización playera y su cercanía con la montaña concede a esta zona y a las localidades que la forman (Torrenueva, Calahonda y la propia Motril) un clima y unas variedades de pescado peculiares y de alta calidad. Y es que el Mar de Alborán esconde en los fondos rocosos de sus aguas superficiales unas auténticas exquisiteces. La especie concreta de quisquilla de la que hablamos es la “Plesionika narval”.
La quisquilla de Motril suele habitar los fondos arenosos y rocosos, a unos 650 metros de profundidad aproximadamente. Las azules huevas presentes en el vientre de las quisquillas son características de esta especie.
Nutricionalmente hablando, como el resto de mariscos, es un alimento con gran cantidad de proteínas de alto valor biológico, con un bajo contenido en grasas y también en calorías. Respecto a su aporte en minerales, es destacable el aporte de fósforo, yodo y sodio, necesarios para la formación de huesos y dientes, para el correcto funcionamiento de la glándula tiroidea o para mantener el equilibrio hidroelectrolítico, entre otras funciones. De la cantidad en vitaminas, destacan la B3, la B12 y la vitamina D.
Si nos centramos en cómo preparar las quisquillas, lo tenemos claro, menos es más. Cuando el producto es excepcional, sólo hay que saborearlo. Jugamos con diferentes elaboraciones desde el carpacho, en el que el corte es la casi la única manipulación, pasando por las croquetas de quisquilla, las quisquillas a la plancha, el salpicón, el arroz caldoso de quisquillas, o el aclamado salmorejo quisquilloso entre multitud de opciones que podríamos elaborar con esta delicia que hoy nos ocupa.
Web Grafía: https://puesto43.com/quisquilla-de-motril/
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